ZP, RAJOY, SÁNCHEZ: ¿QUIÉN HA ESCRITO LAS MEJORES MEMORIAS? (III) MARIANO RAJOY

Ésta es la tercera y última entrega de mis críticas de las memorias de los tres últimos presidentes de España. El martes publiqué la review de las memorias de Pedro Sánchez aquí, y el miércoles publiqué la de Zapatero aquí.

Hoy toca, por tanto, traeros mi opinión acerca de las memorias de Mariano Rajoy, que gobernó desde las elecciones de 2011 en que el PSOE de Rubalcaba se estrelló, hasta la moción de censura que le propinó Pedro Sánchez en 2018. Sin embargo, Rajoy era un hombre bregado en política antes de llegar a Moncloa…

Todo esto lo puedes leer a continuación. ¡Nos leemos!

Y el oro es para… Mariano Rajoy y su Una España Mejor (2019)

Aunque pueda parecer sorprendente, son las de Rajoy unas memorias divertidas. Yo no sé si se las escribió alguien o no, pero sin duda están escritas como él habla. Uno escucha su voz cuando lee las líneas que se suceden, unas tras otras, a lo largo del libro.

Rajoy consigue, a su modo y en su tono, ofrecer unas memorias relativamente íntimas. Al final ha sido un político que ha mantenido su coherencia ideológica a través de los años, por más que uno esté de acuerdo o no con sus ideas. Sin sobresaltos, sin palabras fuertes. Esto nos puede parecer aburrido, pero se supone que es una virtud en política. O debería serlo.

Incluso cuando se refiere a momentos duras de su carrera política, lo hace con respeto. Reconoce la legitimidad de las mociones de censura, pero avisa que ni en Galicia ni en España trajeron más estabilidad. No hay en el libro ni una sola crítica malsonante a sus críticos o detractores en el partido, incluyendo a Aznar. Nada.

Mariano Rajoy es un hombre orgulloso de su gestión política y económica, y no se corta al reconocerlo. Se muestra seguro de que la reforma laboral funcionó y creó empleo. Esgrime que generó casi 3 millones de puestos de trabajo hasta que la moción se lo llevó por delante. Niega que las acusaciones de corrupción contra el PP sean ciertas en su totalidad, pues no acepta que las conclusiones que la izquierda y parte de la prensa han sacado sean verídicas. De hecho, afirma que la moción de censura se construyó contra la evidencia, pues las sentencias judiciales, según él, probaron que el PP no conocía los hechos por los que se benefició. Se refiere al rescate como a el no rescate, pues lo que su gobierno identificó como una línea de crédito en condiciones muy favorables para la banca evitó, dice, que vinieran los hombres de negro a España y el país se pusiera bajo la tutela de la Troika.

Rechaza toda crítica en relación a su gestión del conflicto con Catalunya. Explica el tránsito desde el 1 de Octubre (referéndum) a la aplicación del artículo 155 como una secuencia lógica, donde la política no tenía margen de maniobra; solo cabía aplicar la ley. No cabe, en el relato de Rajoy, salida política per se. Solo la vía judicial.

Su visión estrecha de los cauces de la política a veces le impiden ver, tal vez, que sus ideas y su praxis a veces no van de la mano. Dice que el buen gobernante no es el que tensiona a la sociedad ni el que atiende a las reclamaciones más ruidosas. Uno no puede evitar preguntarse si fue esa su actitud frente al Estatut de Catalunya o el matrimonio igualitario, cuando él y su partido se alinearon con la facción más conservadora de la sociedad y se pusieron de frente.

Para terminar, es de justicia resaltar que, tal vez contra pronóstico, el de Rajoy es un libro divertido de leer. En él repasa sus mejores hits, como el IVA de los chuches, o cuando afirma que los “hilillos de plastilina” me han acompañado a lo largo de mi carrera política, en referencia al Prestige. También narra con sorna lo que a muchos les pareció un idílico paseo en barco con la canciller Merkel, ajenos a lo que allí se hablaba.

En definitiva, si vas a leer alguna memoria de un expresidente reciente… asegúrate de que sean las de Don Mariano.

Lee la opinión de @dominguezireig sobre las memorias de Mariano Rajoy.

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ZP, Rajoy, Sánchez: ¿quién ha escrito las mejores memorias? (II) José Luis Rodríguez Zapatero

Segunda entrega de esta serie de tres posts, en la que estoy dando mi opinión acerca de las memorias de los tres últimos presidentes del gobierno: Pedro Sánchez, Mariano Rajoy, y Zapatero.

Ayer publiqué mi post sobre las memorias de Pedro Sánchez (lo podéis leer aquí), que son las que menos disfruté. Queda claro, pues que las memorias de ZP quedan en un lugar intermedio, y que las que más me gustaron fueron las de Mariano Rajoy. La última entrega de esta serie, donde hablaré de las memorias del exlíder del PP, la publicaré el viernes (así mañana puedo publicar algo de poesía).

Pues, allá vamos… ¡nos leemos!

La plata es para… José Luis Rodríguez Zapatero y su El Dilema. 600 Días de Vértigo (2013)

Al contrario que Sánchez, las memorias de Zapatero tienen un sabor más reflexivo y reposado. Es evidente que sus ideas se han dejado enfriar tras salir del horno para que la narración obtuviera claridad y consistencia.

El objetivo del libro es simple: justificar la gestión económica del gobierno ZP entre 2008 y 2011, es decir, en su segundo mandato. El mandato de la crisis. Para mí, ése es el principal error. Cada cual es libre de decidir cuál será la piedra angular de sus memorias, pero Zapatero es incapaz en las suyas de poner en valor la agenda social que lideró como presidente del gobierno. Teniendo en cuenta que son sus únicas memorias hasta hoy (y, en cualquier caso, las primeras), parece una operación de marketing muy desaprovechada.

Un problema que para mí tiene el libro es la confusa secuencia en que se presentan los hechos. Empieza en mayo de 2010 con el anuncio de los recortes, vuelve a 2008, prosigue a 2009, luego 2011… algunos autores lo hacen con soltura. No es su caso.

El expresidente detalla en su libro la dura batalla con las élites económicas y políticas europeas para sacar adelante un paquete de apoyo a España con la menor condicionalidad posible. Es en su narración muy recurrente la alusión a su soledad como gobernante, sintiéndose a veces más arropado en las decisiones difíciles por los acreedores que por la ciudadanía.

No duda en sacudirse algunas culpas de un modo tal vez poco elegante. Justifica la seriedad de sus medidas por la mala gestión de países como Grecia e Italia, que amenazaban con contagiar a España, que apenas acumulaba deuda pública al inicio de la crisis. Tampoco asume que fuera un error su oposición a utilizar la palabra crisis porque, afirma, durante 2008, 2009 y 2010, nuestro sistema financiero resistía.

Lo mismo sucede con su defensa del artículo 135 de la Constitución, que primó (y prima aún) el pago de la deuda a otras obligaciones como la inversión social. Opina de ésta que fue una reforma sin demasiado impacto práctico en relación a las prioridades del gobierno, pero que generó confianza en los mercados y benefició al país. No sé si todos en su partido pensarán lo mismo.

Como comentaré en el siguiente post, tiene en común con Rajoy el describir presiones insoportables para pedir un rescate completo, y su confianza en que España no lo necesitaría. Al final ambos tuvieron razón (a medias).

Uno se queda con la percepción de que el expresidente podría haber aprovechado sus memorias para poner en valor otras partes de su agenda, pues sigue existiendo un cierto consenso en que la gestión socialista de la crisis financiera no concluyó con buen balance. Una pena, teniendo en cuenta que Zapatero, o al menos ésa es mi percepción, se ha revalorizado con el tiempo.

Como el buen vino.

Lee la opinión de @dominguezireig sobre las memorias de José Luis Rodríguez Zapatero

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ZP, Rajoy, Sánchez: ¿quién ha escrito las mejores memorias? (I) Pedro Sánchez

El título de esta publicación es algo engañoso, por dos razones. Primero, porque lo de mejor y peor es, cuanto menos, subjetivo. De hecho, esto va a ir de qué memorias me han gustado más, y cada cual tiene sus propios criterios. Segundo, porque no sé si debería hablar de mejores memorias… o de peores.

En cualquier caso, ha ido éste un ejercicio interesante. En esta serie de tres posts daré mi punto de vista acerca de las memorias de los tres últimos presidentes del gobierno: José Luís Rodríguez Zapatero, Marian Rajoy, y Pedro Sánchez. Cada una de estas narraciones tiene un objetivo propio, una agenda clara, y es decisión del lector o lectora decidir si cumplen con idoneidad la tarea que les ha sido encomendada. Lo hacen, eso sí, con distintos niveles de humor, coherencia, y fluidez.

Pero bueno, no quiero avanzar nada más. Esto lo vais a descubrir entre hoy y el jueves…

¡Allá vamos!

El bronce es para… Pedro Sánchez y su Manual de Resistencia (2019)

El de Sánchez es un caso bien curioso. Aunque supongo que se puede calificar este libro como de memorias, es poco común leer una publicación de este tipo cuando su autor sigue en el ejercicio de la presidencia del gobierno.

Y es en esa rareza donde debemos encajar este libro. El hilo argumental de Manual de resistencia no persigue, en mi opinión, otro objetivo que el de construir un relato alrededor de la persona de Sánchez, no tanto para ensalzar su obra de gobierno o contextualizar las decisiones de su ejecutivo (como sí es el caso de ZP y Rajoy), sino para justificar su electividad como presidente. Algo sí intentó hacer ya Juan Campmany con su libro Efecto ZP, publicado en 2005 como una contraofensiva a los ataques de la derecha, que acusaban a Zapatero de haber llegado al poder de forma ilegítima. Iguales ataques le propinan los conservadores a Sánchez hoy.

Dicho esto, lo primero que es relevante resaltar es que cuando leí que la derecha mediática se mofaba del libro de Sánchez por relatar que su primera decisión al mudarse a Moncloa fue “renovar el colchón de la cama de matrimonio”, pensé que tal vez intentaran ocultar apuntes más sugerentes del libro. Craso error. Terminé el libro convencido de que eligieron esa frase porque era de lo más interesante de la narración. Habréis deducido, pues, que el libro no está enmarcado en mi Wall of Fame.

A pesar de que, según ella mismo afirmó, el libro lo escribió Irene Lozano, el estilo es en todo momento infantil. Algunos pasajes del manuscrito, como cuando habla de un mitin suyo como de un concierto de rock, no encajan bien con el nivel de reflexión que uno esperaría de un presidente del gobierno.

A lo largo de la narración, Sánchez se presenta como un outsider, un renovador que se enfrenta a las élites del PSOE y también a las mediáticas para cambiar un partido caduco, desconectado de la realidad. Explica como, especialmente tras las europeas de 2014 en que Podemos dio la sorpresa, el PSOE no consigue reconectar con la ciudadanía hasta que él gana las primaras por segunda vez.

Refiriéndose a la prensa, describe que la periodística es una élite temerosa del cambio, que defiende un statu quo que no existe. También tiene críticas para los empresarios, de los que afirma que me decían siempre que estaban muy preocupados… han perdido la conexión con la gente… tratan de analizar con anteojos anticuados una realidad distinta.

También sufre Sánchez las consecuencias de escribir una memoria durante el ejercicio de su mandato. Se queja de que le acusen falsamente de buscar pactos con los nacionalistas e independentistas, cuando para nada pretende apoyar su mayoría parlamentaria en ellos. Ni se le pasa por la cabeza, dice. Las tornas cambiaron cuando a inicios de 2020 necesitó la abstención de ERC para la investidura, que negoció hasta el último momento a caballo entre Madrid y Barcelona.

Muy a mi pesar, no puedo recomendar la lectura de las memorias del actual presidente del gobierno. Solo las recomendaría para aquellos interesados en los detalles de la gestión de la moción de censura, que describe con pelos y señales, y entraña un cierto interés politológico. Y también, supongo, para aquellos que quieran ver las contradicciones entre lo dicho (o escrito) y lo ejecutado, pues entre el Sánchez de las memorias y el Sánchez construido según el rumbo de los acontecimientos, se puede decir que hay un trecho.

Sánchez is water, my friend.

Lee la opinión de @dominguezireig sobre las memorias de Pedro Sánchez

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Black Visibility Matters: 3 grandes libros de autores negros

El asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis en mayo no solo sacudió los Estados Unidos de América, sino que agitó las conciencias de millones de personas más allá del Atlántico. Ese episodio nos recordó, por si no fuera lo bastante evidente, que el racismo es una lacra que carcome la estructura de las sociedades contemporáneas, también (quizás sobretodo) nuestras instituciones políticas, lo que por descontado incluye la policía y las fuerzas de seguridad.

Aunque no parece que las protestas de corte antirracista que han erupcionado con fuerza a pesar de encontrarnos en medio de una pandemia global vayan a disiparse pronto, estos episodios acostumbran a acampar en la consciencia colectiva durante un tiempo para luego sucumbir a otros acontecimientos más nuevos. Caen así en el olvido hasta la siguiente vez, pues el racismo es una mala hierba de profundo arraigo.

Para contribuir muy humildemente a que no nos demos el lujo de olvidar, quería poner en valor algunos de los mangíficos autores y autoras negros que, a menudo, son poco conocidos a pesar de su magnífico talento. Si uno se fija, los autores destacados en las librería españolas son, en su immensa mayoría, blancos. Sin embargo, esto no es representativo de la calidad en la oferta literaria.

Hoy querría recomendar tres libros de autores negros, muy distintos entre sí, que yo he disfrutado a la vez que me han permitido aprender sobre realidades que desconocía, o profundizar en otras que debía conocer mejor.

Como decía Gramsci: ¡Instrúyanse! La lucha antirracista necesita de toda nuestra fuerza. Y eso incluye nuestro intelecto, y exige expandir nuestras fronteras culturales. Allá vamos.

purplehibiscus

Purple Hibiscus / La Flor Púrpura, Chimamanda Ngozi Adichie (2004)

Esta autora nigeriana, la más conocida de los tres autores que presentaré, tiene un estilo narrativo casi poético, una forma de narrar los acontecimientos que te envuelve como una canción, a pesar de la gravedad del hilo argumental.

Kambili es una niña de quince años que crece en Nigeria, en un ambiente privilegiado, bajo la severa vigilancia de su padre, un religioso ferviente. Ni ella ni su hermano Jaja saben qué es recibir el afecto de su progenitor, y su madre vive temerosa del marido. La autora trasnmite las sensaciones de Kambili con tanta precisión que el lector no puede evitar empatizar con la chica y sentir, prácticamente, que se encuentra dentro de la narración, en un hogar ficticiamente apuntalado.

El ambiente prebélico que inunda el país convence al padre de que lo sensato es mandar a sus hijos con su tía Ifeoma una temporada. Este hecho les abre las puertas a un mundo que no conocían, pues a pesar de sus humildes posibilidades (Ifeoma es una profesora de universidad en dificultades y a la merced del autoritarismo gubernamental) es el suyo un hogar donde el cariño es una virtud, no una falta. Allí experimentan una suerte de libertad de la que estaba privados, y tienen la oportunidad de establecer vínculos con sus primos que, bajo la mirada del padre, no habían superado lo superficial.

Esto complica el regreso de los hermanos a la casa familiar donde, a partir de entonces, se levanta una tensión irrespirable.

Para mí, uno de los puntos interestantes del libro es la dualidad del personaje paterno. Por un lado es un padre totalitario y un marido peor. Por otro lado, se identifica fuertemente con el movimiento democrático del país y arriesga sus recursos y su vida por ese fin. Ngozi Adichie tiene la gran virtud de dar vida a personajes complejos, tanto que a veces es imposible no sorprenderse con el devenir de sus decisiones. Incluída la madre de Kambili. No la perdáis de vista.


The Underground Railroad / El Ferrocarril Subterráneo, Colson Whitehead (2016)

Whitehead tiene un estilo muy distinto al de Ngozi Adichie, pero comparten una cierta poética en su narrativa. Esta novela narra la huida de la joven Cora de una plantación en el estado americano de Georgia (sur), con la intención de llegar a los estados del norte y así alcanzar su libertad. Lo hace de la mano de otro joven de la plantación, Caesar. Juntos escapan en búsqueda de una red de ferrocarril subterráneo que conecta el sur con el norte del país, a través de varias estaciones y paradas, y opera precisamente para trasladar a esclavos negros del sur al norte del país, donde la legislación racial es más liberal.

El ferrocarril opera, óbviamente, de forma ilícita, con lo cual Cora y Caesar se ven forzados a hacer paradas en diversos estados, empezando por Carolina del Sur, y ninguna estación les deparará una vida fácil. Ridgeway, literalmente un cazador de esclavos fugitivos, los persigue sin descanso. Cora y Caesar descubren que, por más que los derechos de la población negra avancen, los miedos y los prejuicios de la población blanca no progresan al mismo ritmo, y se enfrentan a situaciones donde van a poner su vida en riesgo. La misma Cora deberá pasar meses en una minúscula buhardilla para librarse de una muerta segura.

Es una magnífica novela para entender la América de finales del siglo XIX y como el esclavismo dividió el norte y sur del país hasta tensionar una convivencia frágil. Es una excelente introducción para comprender el significado exacto de esclavismo; por ejemplo, es particularmente dura la narración que Whitehead hace del proceso de compraventa de esclavos. Sin embargo, la obra también ofrece ejemplos de como incluso entre la población blanca, aunque fueran casos minoritarios, algunos se jugaron la vida para corregir los errores del esclavismo en América. Y la perdieron.


Washington Black, Esi Edugyan (2018)

Éste es, sin duda, el mejor libro que me leí el año pasado. Es también una historia sobre el esclavismo, y narra la huida de George Washington Black, apenas un niño, de una plantación azucarera de Barbados. Lo incita Christopher Wild, uno de los hermanos que gestionan la plantación y que milita contra las relaciones de esclavitud.

Christopher se ha refugiado en la plantación para llevar a cabo extravagantes experimentos científicos, y se obsesiona con construir una especie de globo que le permita huir por aire de la plantación junto a Washington. La cosa no va del todo bien, y el joven Washington termina vagando solo por el mundo, trabajando como puede para sobrevivir, a pesar de las heridas con las que carga tanto física como psicológicamente.

En esta novela pesa mucho más la dimensión emocional de los personajes que, por ejemplo, en El Ferrocarril Subterráneo. Washington pasa años obsesionado en encontrar a Christopher, basculando peligrosamente entre la admiración y el odio hacia su… ¿amo? ¿compañero? ¿amigo? Washington es un joven resiliente cuya historia de superación es commovedora. Conocerá a Tanna, la hija del señor Goff, para quien trabajará y prácticamente será un padre para él. La autora perfila con mucho acierto una relación compleja entre Washington y Tanna, marcada, en parte, por la clase social de ambos y las fracturas emocionales del joven.

Una historia sobre la libertad, la superación, y las segundas oportunidades. También las que no se merecen.

Lee «Black Visibility Matters» de @dominguezireig

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